Historia

Acatic, puerta de los Altos

Cobijado por un cielo azul y asentado en tierra roja,  aproximadamente a 65 km. de la capital tapatía se ubica Acatic, pueblo de origen prehispánico, cuyo nombre proviene del náhuatl que significa “lugar entre cañas”, forma parte  de la región Altos Sur, entre Zapotlanejo, Tepatitlán y Mezcala y el río Verde, enclavado entre los cerros el Carricillo, Tequililla, San Antonio y los Platos.

Habitado por tecuexes, quienes  concebían a los elementos de la naturaleza como manifestación de los dioses, toda actividad, especialmente la agrícola, estuvo marcada por un ritual religioso. Su calendario religioso comenzaba con las labores de preparación de la siembra y terminaba en otoño con la cosecha. El maíz y todo alimento era sustento de los dioses, es decir que vivían por y para los dioses, cuyo espíritu, moraba en cada uno de los elementos naturales que recreaban la vida.
Sus mujeres eran afanosas y diligentes, capaces de sacar adelante las cosechas,  artistas en la alfarería. Cualidades que todavía conserva la acatiquense, un número considerable de ellas trabaja en el campo, ladrilleras y  granjas  avícolas.

Como todos los pueblos alteños fueron colonizados por españoles, los primeros en llegar a este lugar,  fueron Pedro Almíndez Chirinos y su grupo de 30 de a caballo y 50 infantes, y  l, 000 indios auxiliares. Esta expedición debió ocurrir en febrero de 1530. En la expedición realizada por Nuño Beltrán de Guzmán en 1531 menciona a Acatic, por lo tanto podemos comprobar que hace 489 años ya existía nuestro pueblo.

Conquista Espiritual. La evangelización estuvo a cargo de los franciscanos que  vinieron junto con los conquistadores, quienes iban predicando la religión del amor,  dando a conocer el verdadero Dios, catequizando. Les daban imágenes de Cristo Nuestro Señor y la Virgen Santísima y de los Santos, Acatic recibió por patrono a San Juan Bautista.

En el siglo XVII, tiene una pequeña iglesia de adobe, las casas que habitan son pobres,  todas con cercados en donde siembran maíz y algunas flores y frutales,  sus mujeres hilan y los hombres tejen canastas; molían  maíz para: tortillas, tamales, atole o pinole;  cazaban venados y vendían los cuajos  que utilizaban en las estancias los españoles para hacer queso;  pescaban,  algunas raíces y calabazas también los alimentaban.

En los siglos XVIII y XIX,  formaban una comunidad indígena pequeña, rodeada de ranchos y estancias, el trabajo del campo lo desempeñan los indios y en las haciendas había esclavos; la agricultura y ganadería era la principal fuente de subsistencia. El ganado caballar y vacuno tuvo un aumento extraordinario gracias a lo extenso y bueno de sus pastizales.
Hace un siglo, el 20 de enero de 1913, conocido como “el año que llovió tierra”,  acontecimiento muy importante y alarmante para los acatiquenses, …  “una copiosa lluvia de finísima tierra plomiza cubre la extensa zona de los Altos de Jalisco provocada por la erupción del Volcán de Colima” mucha gente murió sin saber la razón.  Actualmente sus medios de comunicación son excelentes.

El centro de la vida de los acatiquenses, entonces y ahora, estaba en la iglesia; y en su mente y en su corazón antes que todo el cumplir con los mandatos religiosos. Deseamos una feliz estancia a todos los visitantes, que la fiesta de Nuestra Señora de la Candelaria se lleve a cabo en paz y armonía

Ana Rosa González Pérez
Cronista Municipa